“Si Leandro Balseiro llegase a conocer el plan que yo, su nieto, tramé y conseguí llevar a
cabo en la montaña, le parecería un desatino, o una estupidez indigna de cualquier descendiente que se preciase de llevar su mismo nombre…”
Artes subversivas para cultivar jardines es el título del relato de la escritora Teresa Moure, la autora de Hierba mora,
en la que asistimos como curiosos espectadores, a la gestación un proyecto artístico, que se podría encuadrar dentro de llamado land art. Se trata de crear un jardín en una montaña muy degradada y erosionada como
consecuencia de una antigua la explotación minera, situada en algún lugar de Galicia.
Los
artífices de este proyecto son cinco personas de distintas edades, profesiones y estilos de vida unidas circunstancialmente para esta tarea. Cada una de ellas cuenta el proceso desde su punto de vista y desde sus circunstancias personales, vinculándolo
a su vida presente, pasada y futura. La visión del lector se va completando, de esta forma, poco a poco, uniendo las piezas que, como un puzle, cada uno de los personajes va aportando.
Los personajes son: un joven con pretensiones artísticas; su madre, dermatóloga, que quiere dar impulso a la actividad de su hijo; un pianista amnésico
amigo de la familia; una joven profesora encaprichada con el joven artista y una psiquiatra vienesa hija del pianista que lo busca para saldar viejas cuentas. Un grupo muy heterogéneo desde múltiples puntos de vista y con intereses personales
y profesionales muy variados que nos permiten observar la gestación del jardín desde diferentes perspectivas. Son distintos, pero tienen en común su rebeldía hacia las formas convencionales de vida y una chispa de utopía,
hasta cierto punto ingenua, que les hace únicos, entrañables y envidiables.
Y por
si esos variados puntos de vista fuesen insuficientes, en la narración encontramos una especie de realismo mágico que permite la introducción de la fantasía en el relato. El jardín subversivo está vinculado con otro
jardín que fue el proyecto vital de una persona que desde el más allá juega un papel importante en la novela.
Clara Balseiro, la madre y dermatóloga, es el personaje principal de la saga de los Balseiro y el eslabón necesario entre Leandro Balseiro, el viejo, y Leandro Balseiro, el joven. Los avatares de su temprana infancia
le otorgan un vinculo muy especial con el mundo de las plantas y un gusto especial por los saberes de la botánica. De ella será la idea, de cultivar plantas para crear el jardín en los terrenos de la mina abandonada y ella será,
también el empuje y el nexo del proyecto. La saga de los Balseiro tiene un regusto que convoca en el paladar a Gonzalo Torrente Ballester y su novela La saga/fuga de J. B.
Para darle forma a este conjunto heterogéneo de personajes, cargados cada uno de ellos con la mochila de sus circunstancias,
Teresa Moure, conforma su novela con los supuestos documentos o cuadernos que cada uno de ellos va escribiendo para la psiquiatra que quiere elaborar una ponencia sobre el síndrome de trastorno colectivo de la personalidad (STCP) para un congreso de
psiquiatría. De esta forma asistimos, a los cambios que se van operando en los personajes y como llegan a convertirse en “un único ser, algo así como una sustancia colectiva, movida por un único cuerpo y por unas
mismas pasiones” en palabras de Irene, la psiquiatra. Y conocemos como ve cada uno de ellos a los demás. De alguna forma, somos los espectadores del proyecto de gestación del jardín y, también, de la elaboración
de la ponencia de psiquiatría que Irene espera que sea crucial en su ámbito profesional.
Sin duda, cuando abrimos las páginas, de Artes subversivas para cultivar jardines estamos entrando en un entramado complejo que utiliza distintos recursos y trae a la mente, por ello, El mundo
deslumbrante de Siri Hustvedt, construido con materiales diversos y que indaga en el mundo del arte actual. Sería interesante investigar los paralelismos entre las dos obras. Siri reflexiona sobre el papel de la especulación
y el género en el arte, mientras que Teresa plantea la cuestión de land art y sus posibilidades para remover conciencias, ser una propuesta de rebeldía, preocupación y reivindicación ecológica. ¿La
recuperación de espacios industriales abandonados es una cuestión a abordar desde el urbanismo, es una necesidad para evitar problemas ambientales, es parte de la acción social, puede enfocarse desde el punto de vista artístico?
¿o es el fruto de la combinación de todos esos enfoques y algunos más? ¿Será preciso enfrentarse al problema de los espacios industriales abandonados desde una perspectiva multidisciplinar?
Esta preciosa historia es un jardín lleno de flores y fragancias, tan subversivo que intenta mezclar en el mismo relato la
Galicia fascinante de Gonzalo Torrente Ballerter con el mundo deslumbrante de algunos relatos de Siri Hustvedt. Hace guiños de hibridación del joven Leandro Balseiro con el profesor José Bastida y con la madura Harriet Burden. Empresa
difícil pero posible en este subversivo jardín que nos cuenta Teresa Moure como si estuviéramos a su lado con el rostro iluminado por el calor que irradian relatos tan bien narrados como este.