Mary Elfrieda Scruggs (Atlanta, 1910-Durham 1981) con la ayuda de su piano llegó a ser una de las grandes estrellas del jazz.
Una pianista que brilló durante décadas y dentro de las constelaciones del swing, bebop e incluso el free jazz.
Comenzó muy joven. Con su padre, musico de góspel, tocó en público desde muy pequeña. Con solo 13 años tuvo
oportunidad de tocar con Duke Ellington y sus Washingtonians. A los 17, formaba parte una orquesta de Kansas City liderada por el saxofonista John Wiliams, con el que se casó y adoptó el nombre artístico de Mary
Lou Williams. Juntos tocaran en la big band de Andy Kirk donde se ganó el título de “la dama que le pone swing a la banda”.
En la década de los años treinta realiza composiciones y arreglos para músicos de la talla de
Luis Armstrong, Benny Goodman y Duke Ellington. A principios de los años cuarenta decide dejar la banda de Andy Kirk y seguir su carrera en Nueva York.
Durante la Segunda Guerra Mundial las mujeres tuvieron cierta presencia
de en el mundo de la música. Después de la guerra su actividad en los estudios de grabación se redujo drásticamente. El jazz estaba lejos de ser una opción realista para una mujer que quisiera dedicarse profesionalmente
a la música. Sirva como ejemplo que en la célebre fotografía A Great Day In Harlem realizada en 1958 por Art Kane, posan 57 grandes músicos de jazz, entre ellos sólo tres mujeres, las pianistas Mary Lou Williams
y Marian McPartland, y la cantante Maxine Sullivan.
Frank Tirro en su Historia del jazz afirma que en los inicios de la era del bebob, Mary Lou Williams, entabló relación con las jóvenes figuras de la nueva música, su apartamento
en Nueva York se convirtió en improvisada escuela y alojamiento para músicos como Bud Power, Thelonious Monk y Dizzy Gillespie. Fue una gran valedora de los jóvenes con
talento, ella los apoyaba y estimulaba con su experiencia. Pronto se convirtió en ardiente seguidora de la música que se hacía en Nueva York. Por aquel entonces estaba atravesando un buen momento en su carrera: había grabado numerosos
discos y era una arreglista cotizada cada vez más centrada en la composición.
Con su primera obra de extensión, Zosiac Suite, en 1945, se aseguró un lugar destacado entre los músicos
americanos del siglo XX. Esta obra consta de 12 movimientos, inspirados en los signos del zodiaco. Fue interpretada en el Carnegie Hall por la New York Philharmonic Orchestra.
Como otros grandes del jazz, en 1952 viajó a Europa por unos días y se quedó tocando
el piano en locales de Reino Unido y Francia durante dos años. Era tan apreciada y admirada que se llegó a inaugurar un club con su nombre: Chez Mary Lou. Pero en 1954, en Paris tuvo una crisis personal y religiosa y
decidió abandonar el mundo del espectáculo. Regresó en 1957 a los escenarios para tocar con Dizzy Gellespie en el Festival de Jazz de Newport.
Mary Lou Williams siguió trabajando como pianista, compositora y educadora durante tres décadas más.
Reemprendió la composición y el arreglo de temas jazzísticos. Compuso dos obras extensas de cariz religioso: Black Christ of the Andes (1963) y Mary Lou´s Mas (1970) que fue
coreografiada por Alvin Ailey.
Poco después de comenzar su trabajo como profesora de piano de la Universidad de Duke (Durham, Carolina del Norte) se embarcó en otro proyecto importante: un concierto para dos pianos con Cecil Taylor
en Nueva York, en 1977. Se encontraron dos maestros de filosofía musical opuesta, pero capaces de colaborar al unísono sin renunciar a ninguno de sus principios personales. A pesar del paso del tiempo, en la grabación de este concierto
se siguen encontrando muchas de las ideas musicales de los años cuarenta y cincuenta.
Cuando Mary Lou Williams, tras un penoso cáncer, muere en 1981, deja sin terminar una obra titulada The history of jazz.
Desde 1996, el Kenedy Center en Washinton D.C. celebra anualmente el Mary Lou Wiliams Woomen in Jazz Festival.
Aquella niña que asombraba
al público tocando el piano se convirtió en una estrella con enorme brillo y transcendencia en la historia del jazz. En primer lugar, como una de las pianistas y compositoras más importantes de la historia del jazz y, en segundo lugar,
como una mujer que no abandonó su profesión a pesar de los dificultades e imperativos sociales que existían para las mujeres en los tiempos en que le tocó vivir. Todo un ejemplo a seguir. Mary Lou Williams no podía
faltar en mi jazzdín.