En 2019, en una entrevista en México, el país de su ancestros, Steve Turre afirmaba que hay dos tipos de música:
la buena, que te hace sentir algo y disfrutar, y la otra. De su trombón sale buena música, pero soplando su colección de caracolas de mar consigue llegar al alma de su público: “me gusta como suenan las caracolas.
Tienen un sonido muy bonito y poderoso que se escucha a grandes distancias. Es un sonido fuerte, pero no lastima los oídos, no es áspero, es tranquilizante y relajante. Y son parte de mis raíces, no lo sabía cuando empecé
a tocarlas, descubrirlo reforzó mis ganas de seguir haciéndolo”. Decía en la misma entrevista.
Steve Turre (1948) creció en la bahía de San Francisco escuchando jazz con sus padres, que aunque
eran mexicanos, adoraban esta música. También se dejó seducir por el blues, el mariachi y la música latina. Comenzó muy pronto su formación musical. El violín fue su primer instrumento, pero pronto,
a los 10 años, se pasó al trombón.
Como trombonista ha sabido aprovechar la evolución que experimentó el trombón a lo largo del siglo XX en el mundo del jazz. Se exploraron las posibilidades técnicas del instrumento para afrontar
el empuje de la improvisación. Durante esos años, el trombón pasó de ser algo parecido al contrabajo de la sección de metales, a convertirse en solista capaz de competir o situarse en el mismo nivel que
el saxofón, la trompeta y el clarinete. Turre tocó con J. J. Johnson, el gran artífice del nuevo lenguaje del trombón.
Ha grabado y actuado a lo largo de su carrera con la mayoría de las figuras del jazz contemporáneo
y de otros géneros: Mongo Santamaría, Pete y Coke Escobedo, Tito Puente, Santana, Dizzi Gillespie, J. J. Jhnson, McCoy Tyner, Herbie Hancock, Dester Gordón, Art Blakey, Horace Silver y otros muchos.
Su descubrimiento de las caracolas parte de
su relación con Rolans Kirk que solía tocar en sus conciertos una concha de la que extraía una nota. Steve descubrió que podía producir más notas si además de soplar utilizaba las manos
para modificar la salida de aire del interior de la caracola y si aprovechaba las posibilidades de las conchas de distinto tamaño y forma para enriquecer la sonoridad.
En sus agrupaciones, Turre, transforma la sección de vientos en un coro de caracolas.
En el disco Sanctified Shells explora las posibilidades de estos instrumentos tomados directamente de la naturaleza y vinculándolos con el significado religioso que tuvieron en distintas culturas. Las caracolas se utilizaron
como instrumento en Asia, Islas del Pacífico, Mesoamérica, Caribe y América del Sur.
Steve Turre quiere controlar sus instrumentos, tanto el trombón como las caracolas, para que resuenen con el resto de los músicos e incluyan
al público. Para él la música es una experiencia colectiva. Por eso le interesa la música en todas sus dimensiones: como compositor, como estudioso, como intérprete y como profesor. Quiere producir y enseñar buena
música soplando fuerte para que llegue al alma.