Moisés P. Sánchez al piano, Toño Miguel al contrabajo y Borja Barrueta a la batería, en formación de trío,
presentaron ayer, en el Antiguo Instituto Jovellanos, su última grabación: Ritual, compuesta por temas originales. Los tres tocan, los tres componen, los tres sorprenden y hacen las tres cosas muy bien.
Hay placeres que requieren la sucesión de una serie de pasos para disfrutarlos en toda su plenitud. El jazz es un camino duro y empinado hacia
el placer, por eso le viene bien el acompañamiento de un ritual para ir superando las distintas etapas del camino.
La sesión
de jazz en la que anoche nos pudimos sumergir, en Gijón, es de esos placeres. En un principio cuesta meterse plenamente en la experiencia sonora, pero poco a poco, conforme pasan los minutos y se suceden los temas, te vas integrando, puedes cerrar los
ojos y sentir las notas y el ritmo dentro de ti. Moisés, Toño y Borja lo lograron, nos fuimos sumergiendo, llegando al fondo de su música. El ritual está marcado por la sucesión de tiempos, primero escuchas a lo lejos, te
acercas para escuchar mejor, te van envolviendo y, finalmente, te dejas seducir por los sonidos. Cada tema empieza como un proceso que te absorbe gradualmente hasta llenarte. Además, la intensidad de la experiencia fue creciendo conforme se iban sucediendo
los temas, hasta culminar con Ritual, que da título al CD y hacerte creer que puedes tocar el paraiso en Danger in Tanger. Con Eclipse, el último tema,
pudimos conformarnos, dar por terminado el espectáculo y volver a casa.
Pero el ritual puede continuar. Para conmemorar los cincuenta
años de Rayuela, este trío, interpretó El jazz de Cortázar haciendo su interpretación del estándar Round Midnight de Thelonious
Monk que comentó el propio Cortázar. El ritual no termina en la sala, puede continuar en tu casa. Y seguir con la espiral del jazz en mi jazzdín.