Esta es parte de la descripción que Geoff Dyer hace de Lester Young en Pero hermoso, un libro de jazz:
"El sonido de Lester era delicado y perezoso, pero siempre con un algo incisivo. Sonaba como si estuviera a punto de perder el control, sabiendo que no
pasaría jamás: de ahí nacía la tensión. Tocaba con el saxo ladeado, y a medida que se adentraba en el solo el instrumento iba desplazándose unos grados de la vertical hasta que terminaba horizontal, como una flauta.
Nunca tenías la impresión de que lo levantará él; era más bien como si el instrumento cada vez pesara menos y se alejara flotando (y si tal era su deseo, Lester no iba a impedírselo)"
"Nadie sabia cantar una canción ni contar un cuento al saxo como él. Salvo que ahora ya sólo tocaba una historia, y era la historia de que ya no podía
tocar, de que todo el mundo contaba su historia por él, la historia de cómo había acabado allí, en Alvin, contemplando el Birdlland desde la ventana, preguntándose cuando iba a morir."
"Detestaba todas las cosas duras, incluso los zapatos con suela de cuero. Le gustaban las cosas bellas, las flores y la fragancia que dejaban en la habitación, el tacto
suave del algodón y la seda en la piel, los zapatos que abrazaban el píe: zapatillas, mocasines. De haber nacido treinta años más tarde habría sido camp, de haber nacido treinta años antes habría
sido un esteta. En el París decimonónico podría haber sido un decadente fin de siécle, pero allí estaba, atrapado en mitad de un siglo, obligado a ser soldado."