Ismael, el padre de una de las mujeres que forman el conjunto de personajes de A la sombra del árbol violeta, dice que cada persona lleva un árbol dentro y que encontrarlo solo es cuestión de tiempo. Las mujeres, las niñas y los niños que llenan estas páginas, llevan
dentro un jacarandá que adorna y perfuma con sus flores violeta el discurrir de una vida difícil que se llenó de esperanza con la revolución islámica, de miedo en la represión durante los años de guerra con
Iraq (entre 1980 y 1988), un miedo que se intensifica, hasta ser atroz, con las purgas en el último año de la guerra. Y, una vez más se colma de frustración, en la represión que sigue a las expectativas de libertad nacidas
ante a las elecciones de 2010.
El título original de este relato
de Sahar Delijani, Children of the Jacaranda Tree, es mucho más ajustado y poético que el que se le ha puesto en la traducción española del inglés de Rita da Costa. La historia
que se cuenta es la de los niños del jacarandá, de esos pequeños que crecieron en la casa de la abuela y la tía, jugando a la sombra de sus ramas, con el aire perfumado por las flores que reinan en las primaveras y algunos otoños,
mientras su madres y sus padres estaban en la cárcel de Evin, en Teherán, soñando con volver a tenerlos entre sus brazos.
Los protagonistas son los pequeños que nacieron en los primeros años de la década de los ochenta y vivieron su infancia alejados de unos padres encerrados por luchar por un mundo mejor. Para los que
fue difícil afrontar la vida con esos extraños que todos decían que eran sus padres y sus madres. Ellos se ven abocados a repetir la vida de los que los trajeron al mundo: a luchar, a sufrir la represión o el exilio. Tanto la abuela
como sus hijas y sus nietos y nietas llevan dentro el jacarandá que crece en el patio. Las flores del jacarandá perfuman, colorean y llenan de nuevas ilusiones sus recuerdos. ¡Ojalá la sombra del jacarandá permita superar
los resentimientos entre los hijos de los represores y los reprimidos! Compartimos ese deseo con Sahar Delijani y sus personajes Neda y Reza, mientras contemplamos y aspiramos el perfume de esas flores violeta.