El lugar es oscuro, frio. Una mujer está sentada frente a la mesa, sus manos abren suavemente la madera y va surgiendo
el ramaje fino y desnudo de un árbol cuyas raíces se van extendiendo por toda la estancia, escalando paredes, abriendo puertas y subiendo escaleras que buscan el exterior. Las flores de lis de la tapicería del sillón saltan y se
convierten en gotas de agua que permiten que se realice el prodigio.
¿De quién es esa cabeza
que observa y acaricia con la lengua el cuello de la mujer, surgiendo de lo más profundo de las entretelas del sillón? ¿Será una alegoría de la fecundidad del amor? ¿Las flores de lis convertidas en semen fecundan
la madera abierta por una mujer complacida por los arrullos del amor? ¿Ella ilumina con sus ropas y su pelo la frialdad del lugar? ¿Buscan las raíces tierra de la que alimentarse y las ramas luz y aire que les de vida? ¿Está
la libertad conectada con la naturaleza?
Estamos ante una pintura de Remedios Varo (1908-1963) llena de sugerencias,
tejida con el hilo de los sueños que nos permite dar rienda suelta a la fantasía. Esta pintora nació en Anglés (Gerona) y vivió desde 1941 en México. Huyó a Francia por la Guerra Civil, y a México
por la II Guerra Mundial. Su obra es muy prolífica, esta llena de vida interior, sueños y poesía. Su estilo se califica como surrealismo poético.
La mujer del cuadro puede ser ella misma huyendo y buscando un lugar en el que establecerse, liberando sus ramas verdes
y asentando sus raíces como un árbol en su nuevo jardín sin olvidar el de sus orígenes.