"El agonizante Cósimo, en el momento en que la soga del ancla le pasó carca, pegó un salto de aquellos que le heran habituales en su juventud, se agarró a la cuerda, con los pies en el ancla y el cuerpo encogido, y así lo vimos volar lejos, arrastrado por el viento, frenando a penas la carrera del globo, y desaparecer hacia el mar..."