El flamante premio Cervantes, José Manuel Caballero Bonald, escribió en 1974 esta novela. En ella se narra el origen de una familia,
que de la nada, pasa a enriquecerse de forma ilícita y lleva al dominio de un territorio “hediondo y la a la vez lozano mundo de alevosas ciénagas neolíticas y parques periódicamente renovados en almácigas de invernadero,
surcadas de súbitas algarabías de aves migratorias y sedentarias camadas; tierra baldía pero también fecunda, sin cesar poblada de roedores traídos en las naves de los viajantes de comercio fenicios y vueltos a trasegar en
las barquichuelas que registraban los socaires en busca de la corza malherida y no cobrada por quien así podía abandonarla como carroña”. Ámbito espacial que nos lleva a un tiempo mítico de arcaica pureza en el
que se fraguan las grandes leyendas. Convirtiéndose en una metáfora de la naturaleza que se venga y defiende de quienes pretenden ultrajarla. Para transmitirnos la imagen de un medio natural pletórico de vida,
utiliza un lenguaje rico que sugiere un ambiente lujurioso en el que nos presenta los excrementos y la muerte de unos seres de una forma hermosa que da vida a otras vidas en una cadena sin fin que sofoca los sentidos. La fantasía y los acontecimientos
extraordinarios no pueden faltar en un relato de este tipo, aquí se entremezclan con los hechos ordinarios creando un mundo onírico: ” …y fue entonces cuando sonó por los iguales confines del espacio como el retumbo gigantesco
de una ola cuyo fragor, de existir, nunca habría podido llegar hasta aquellas latitudes de la marisma (….) De modo que fueron hasta allí y divisaron en la más brumosa lontananza un mar que venía rodando por la tierra con
implacable equivocación, expandiendo a su paso una copia sobrenatural de ecos (…) Siendo así que con la misma evanescencia con que creían haber visto aquel mar inverosímil, presenciaron luego el apagamiento de un fenómeno
–que según cómputos ulteriores- no era sino el maremoto acaecido dos días más tarde y anticipado entonces por una suerte de dislocada convergencia de refracciones y ondas sonoras” que señala los
acontecimientos cruciales de la historia que se cuenta.
Podríamos decir que estamos ante una prosa que más parece poesía,
llena de figuras y trucos para llevarnos a un tiempo más allá de la historia.
La protagonista, Manuela, ojos de ágata como
los gatos monteses, es hermosa, lujuriosa y fértil como la naturaleza….Como mi jardín.