Uno de los temas que introdujo Van Gogh
en el paisaje fueron los nocturnos. En la Noche estrellada, que pintó en junio de 1889, representa el cielo y la luz de las estrellas con pinceladas curvas que me recuerdan las líneas que utiliza Hokusai en la estampa que abre la serie de las
Treinta y seis vistas del Monte Fuji, en la que una gran ola deja ver, al fondo, el monte Fuji (La gran ola).
No olvidemos que a finales del s. XIX cuando Japón se abre al mundo occidental,
las estampas y objetos orientales suscitan un gran interés entre los amantes del arte y los marchantes. Van Gogh siempre estuvo fascinado por los grabados japoneses y quería imitar sus técnicas de representación de la realidad.
La tempestad del firmamento nocturno de Van Gogh compite con la tempestad del mar de Hokusai. Ambos nos ofrecen poesía, grandeza y misterio.