"Querida Kiki, tienes unos ojos tan hermosos que el mundo que ves a través de ellos tiene por fuerza que ser hermoso"
Robert Desnos
La exposición
El Cubismo y la Colección Cubista de Telefónica, que desde octubre y hasta el 8 de enero se puede ver en el Museo de Bellas Artes de Asturias, está dedicada a la obra de Juan Gris e
incluye a otros artistas europeos y latinoamericanos afines al lenguaje cubista de este pintor.
En la sala, un cuadro atrae la mirada por su tamaño y por su colorido. Los tonos rojos de esta obra se imponen entre un conjunto de colores apagados y discretos:
La Chanteuse. La melancolía de la mirada de los grandes ojos de la cantante, me recordaron los de otro retrato, el de Kiki de Montparnasse del pintor francés de origen polaco Moïse Kisling
que había visto en un libro de arte. Me pregunto si la mujer del cuadro de Juan Gris será Kiki. Para responder a la pregunta rastreo a la búsqueda de información sobre Juan Gris y sobre Kiki.
Juan Gris era, según el documental que se muestra en la exposición
poco aficionado a la vida nocturna y bohemía a la que tan unidos estaban otros pintores, aunque era alegre y le gustaba disfrutar de placeres como el baile. Kiki de Montparnasse es la musa por excelencia de los artistas entre 1921 y 1940. Posó
como modelo para los artistas plásticos que se reunían en París: Calder, Man Ray, Fujita, Modigliani, Pascin, Kisling, Soutine, Chagal, inspiró a poetas como Cocteau o Apollinaire y cineastas como Litvak o Eisenstein. Su vida sigue
atrayendo a creadores como a Catel y Bocquet que han presentado hace unos meses la novela gráfica Kiki de Montparnasse interpretando a su modo, en la portada, la
fotografía de Man Ray Le violon d’Ingres. Mi intuición me dice que la cantante de Juan Gris es Kiki, aunque no lo puedo probar.
Esos ojos de Kiki, por alguna razón, llaman la atención y despiertan mi interés.
Nació como Alice en 1901 en el pueblo borgoñés Châtillon-sur-Seine donde vivió con su abuela hasta los trece años cuando se trasladó a París para estar con su madre. Muy pronto comenzó a trabajar
como modelo de pintores y llegó a ser la famosa cantante que inspira a los artistas de vanguardia que frecuentan los cafés y cabarets de Montparnasse. En 1921 vivió una tormentosa relación con Man Ray quien realizó, dos años
después, esa fotografía que forma parte de nuestro imaginario en la que la espalda de Kiki recuerda los desnudos de Ingres y se convierte en un violonchelo. Además de ser la musa de los artistas y dedicarse a cantar, le gustaba pintar
y escribió unas memorias (para las que Hemingway hizo el prologo) publicadas en 1929 en Estados Unidos. Como Kiki de Montparnasse, Recuerdos recobrados se han vuelto a publicar en nuestro país en 2009, aunque sin el
prologo del escritor americano.
Su carisma de musa y de femme fatale decayó despues de la Segunda Guerra Mundial cuando los artistas de París se dispersaron por el mundo. Entonces, con su belleza marchita y la voz deteriorada por el alcohol y las drogas,
recorría los cafés cantando sus viejas canciones y pasando un platillo para sobrevivir. Murió en 1953 pero sus ojos nos atraen desde los retratos que le hicieron sus amigos pintores.
Su vida fue difícil, llena de excesos, al borde de la miseria en muchas ocasiones,
pero fue la reina indiscutible de Montparnasse durante unos años. Sus ojos siguen seduciendo a través de la pintura y como dijo el poeta Robert Desnos unos ojos tan hermosos tienen por fuerza que ver un mundo hermoso ¿o no?.