"El humor no es un estado espiritual, sino una visión del mundo"
Ludwig
Wittgenstein
Es curioso y gracioso imaginar a Sherlock Holmes con su capa, su gorra
y su pipa paseando por las calles de Rio de Janeiro. Así lo podemos encontrar en El xangô de Baker Street, novela de Jô Soares, si bien, el detective, cambió su atuendo habitual por
un traje de lino blanco con la gorra a juego para vestir más de acuerdo con el tiempo tropical y aprovechó la ocasión para presumir de su dominio de la lengua portuguesa. Seguro que lo estamos imaginando, no pasa desapercibido ese
personaje extravagante que, aunque parece un señor, no viste el obligado traje oscuro de los caballeros acomodados de Rio que consideran que lo distinguido es emular la moda de Europa, aunque ello suponga pasar mucho calor y sudar a chorros.
En esta novela se cuenta un episodio de las aventuras de Sherlock Holmes inédito en los relatos de Arthur Conan Doyle su cronista
oficial y creador. La lectura de la obra de Jô Soares permite descubrir las razones de ese olvido por parte del escritor inglés. No quiero desvelar el misterio para no chafar la lectura de tan divertido e interesante episodio. Pero tampoco quiero
perder la oportunidad de señalar algunas cuestiones que pueden atraer la atención de posibles lectores.
Holmes es invitado por
el emperador de Brasil Pedro II para desvelar el misterio de un violín Stradivarius robado. Sera la actriz Sarah Bernhardt, de gira por Brasil, la que le hable al emperador de sus virtudes. Mientras Holmes visita Rio de Janeiro se producen una serie
de crímenes que no puede dejar de investigar. Como estamos en una parte del mundo muy alejada de Inglaterra, las deducciones del detective dejan desconcertados a los brasileños, tan sorprendidos, por lo insólito, como apurados para no
estallar a carcajadas y parecer maleducados.
Sorprende descubrir como disfruta el detective inglés de la gastronomía, del clima,
de la sensualidad, de la indolencia (como sorprende lo a disgusto que padece las mismas circunstancias Watson). Sorprende, también como descubre en Río las cualidades de las mujeres. Se enamora de Ana Candelaria poniendo en serio peligro su virginidad,
me refiero a la virginidad del detective no a la de joven actriz mulata. Se admira de la capacidad de las mujeres para la deducción, tienen la mente mucho más afinada que los hombres. Las dos personas que son papaces de razonar al ritmo
de Holmes son la esposa del comisario Melo Pimenta, doña Esperidiana y Chiquinha Gonzaga, pianista y compositora que se codea de tu a tu con los intectuales de la ciudad.
Entre esos intelectuales están algunos poetas y miembros de la Academía Brasileña de las Letras como Machado de Asís y Olavo Bilac que enlazan con otra novela de Jô Soares: Asesinatos
en la Academía Brasileña de las Letras, con otro detective extraordinario.
No será fácil conseguir
estas obras, las librerías tienen poco fondo. El saxô de Baker Street se publicó en 1995 y Los asesinatos de la Academia Brasileña de las Letras en 2006, ambas por Siruela. Las
bibliotecas públicas pueden ofrecernos sorpresas. En la de La Felguera encontré la primera gracias a la donación de José Manuel Noval Coto que dejó sus libros a la biblioteca para el disfrute de todos los lectores. Y en alguna
de las de Gijón se puede buscar y encontrar sorpresas. Persevera para, rebuscando en las librerías de viejo, trabajar al lado de los detectives de Jô Soares.