Limónov, la última novela de Emmanuel Carrére no es un collage de vidas ajenas y de la propia como las demás de este
novelista, es un collage exclusivamente de la vida de Limónov, una biografía construida a partir de los episodios que el protagonista, también escritor, presenta en sus obras, aderezadas con la opinión de Emmanuel, todo ello visto
desde su atalaya, desde la perspectiva de su mente y de su manera de entender el mundo, y contextualizados en la historia de la antigua URSS y del actual conglomerado de países que resultaron de su desaparición.
La esencia de esta novela biográfica radica en la ambigüedad del personaje, en la dificultad de entenderlo y de encasillarlo dentro de un tipo. Limónov nos
parece un hombre despreciable en muchos episodios y en otros nos desconcierta con opiniones lúcidas y reacciones casi heroicas llegando a seducirnos. Es una persona que desea huir de la realidad de la URSS de su infancia y juventud, que se propone ser
un artista acaudalado y respetado según la idea que tiene de occidente, pero que no soporta que se devalúe ni se menosprecie la experiencia soviética. Comprende la afirmación de Putín de que el que quiera
restaurar el comunismo no tiene cabeza, pero el que no lo eche de menos no tiene corazón. Según Carrére existen muchos puntos en común entre estos dos personajes singulares, entre Putin y Limónov, el origen en una familia
humilde, la infancia provinciana, la juventud como maleantes, la desconfianza en la Perestroika…a pesar de que se odien como oponentes.
Limónov
está fascinado por el fascismo y por el comunismo que entremezcla en su Partido Nacional Bolchevique, combatió al lado de los serbios y, sin embargo merece admiración y el respeto de la periodista Anna Politkóvskaia asesinada
en 2006 y tan bien vista por los sectores más democráticos de nuestro ámbito. Es un personaje creado a si mismo, plenamente identificado con un seudónimo que informa de su personalidad: limón significa limón
y limonka es una granada de mano, el nombre es todo un homenaje a su humor ácido y a su vida explosiva.
Lo más importante
de esta novela es que nos ofrece materiales para reflexionar sobre el mundo en el que estamos inmersos. Al intentar explicar la caída de la URSS y de los países de su entono, Emmanuel hace un ejercicio muy serio para buscar las claves del periodo
histórico que se abrió en ese momento y las transformaciones del capitalismo para seguir ejerciendo su dominio indiscutido como sabe hacer desde hace mucho tiempo: cambiar para que todo siga igual, como ya comprendió
Lampedusa al construir su personaje de El Gatopardo.