Esta narración de Rosa Regás es una lectura de alta intensidad política, una seria reflexión sobre los últimos
ochenta años de la historia de nuestro país, de cómo, estos años, afectaron a la vida y a las relaciones entre los vencidos y los vencedores, a las tramas personales y afectivas que se tejen entre personas procedentes de los dos
bandos y que están condicionadas por los imperativos de la política.
Como se trata de una reflexión desde la vida, se
presenta a través de las confesiones de los personajes que van construyendo la historia mirándola desde su presente y “ya se sabe que cuando contamos una larga historia de nuestro pasado hacemos venir bien los conflictos sucedidos
para que se adecuen a las causas que les atribuimos y a las consecuencias de que las acusamos, de tal modo que desde el presente todo encaje como un puzle cuando ponemos la última pieza”. La historia de nuestro país se cuenta filtrada por
las experiencias personales.
El amor entre Arcadia, hija de republicanos exiliados en Francia que vuelve a Barcelona tras la muerte de estos
en un accidente en 1949, y Javier, primogénito de una de las familias más poderosas de la ciudad que se habían enriquecido aún más tras la victoria de Franco, se presenta como una metáfora de la historia de España
tras la Guerra Civil. En 1959 se encuentran y se enamoran a pesar de su orígenes tan dispares, consiguen seguir con su relación a pesar de la oposición de los padres de él y de la sociedad barcelonesa. Ella es para él, que
no ha vivido la guerra, el símbolo de los nuevos tiempos, la posibilidad de iniciar nuevos caminos, una promesa de libertad que no consigue atrapado en las obligaciones e imposiciones de su clase, de la familia y de la iglesia. El es para ella la ilusión
de construir una vida llena de amor y plenitud al margen de los designios del exilio, sin darse cuenta de los tributos que deberá pagar por entrar en un mundo reservado para los vencedores de la misma guerra que echo a sus padres de España y
siempre hostil para las mujeres. Tendrá que dejar de tocar profesionalmente la viola, sus aficiones deportivas, tendrá que formar parte de un grupo religioso ultraconservador,…El caldo de cultivo de la tragedia se teje con dos cabos: la
imposibilidad de Javier, aunque lo intente sinceramente, para superar los imperativos de su clase, por un lado, y la insatisfacción de Arcadia por la imposibilidad de encontrar ningún cauce permitido de realización personal. Esta
situación de conflicto es aprovechada por el padre de él para imponer, valiéndose de malas artes y de la extorsión, la separación de la pareja. Faltan todavía muchos años para poder soñar, siquiera,
con la reconciliación de las dos Españas.
Años más tarde, en 1984, Arcadia y Javier se encuentran e intentan explicarse
lo sucedido. En este momento se abre la posibilidad de iniciar un camino para unir los fragmentos tan erosionados que constituyen las dos Españas: “solo entonces comprendí que el final estaba todavía muy lejos y lo más difícil
no había hecho más que comenzar”. Un camino que en 1982 se abría a la ilusión, pero estaba plagado de dificultades. Aun hoy seguimos viendo como las clases hegemónicas que se consolidaron en la dictadura hacen
todo lo que pueden para que el sueño no se haga realidad.